Ajo: «Uso medicinal»

El ajo tiene importancia no sólo en la economía domestica como condimento, sí que también la tiene como medicamento.

Digestión

El ajo crudo, es un buen estimulante de las vías digestivas, puesto que tonifica la mucosa del estómago, facilita la digestión y despierta el apetito. Hay que advertir, sin embargo, que no conviene que usen el ajo crudo las personas de naturaleza enfermiza, de estómago delicado, o que padezcan enfermedades de la piel, y también deben abstenerse las nodrizas, puesto que altera la calidad de la leche y puede producir a los niños perturbaciones intestinales.

Parásitos intestinales

El ajo crudo, mezclado con zumo de limón, se empleaba antiguamente contra las lombrices intestinales, lográndose buen resultado, pero hoy se conocen otros vermífugos más eficaces y exentos de mal sabor. Sin embargo, se usa alguna vez contra las lombrices un cocimiento de ajo y leche o agua, administrado en lavativas.


En medicina tuvo antiguamente el ajo crudo muchas otras aplicaciones, usándose como febrífugo, contra el paludismo; como antiséptico popular, contra el cólera y otras enfermedades epidémicas, y también se usó para combatir la difteria o garrotillo.

Hoy se emplea muy poco, toda vez que no se le concede eficacia alguna para combatir tales enfermedades.

El ajo crudo puede usarse al exterior como revulsivo, por su acción irritante sobre la piel, pudiendo substituir a la mostaza.

En las Farmacopeas antiguas se cita un ungüento, preparado con grasa de cerdo o aceite de olivas y ajo, al cual se le llama ungüento del diablo. Nuestros antepasados lo recomendaban contra los tumores fríos y contra el dolor reumático agudo, pero, como las fórmulas de todos los preparados de ajo crudo, han desaparecido no sólo en las Farmacopeas modernas, si que hasta en el empleo familiar. Sin duda, por la pestilencia de la grasa al enranciarse y por el malísimo olor del ajo, se le llamó ungüento del diablo.

La pulpa de ajo la emplean los campesinos para combatir los sabañones, cuando se inician, logrando, a veces, exterminarlos mediante repetidas fricciones. No debe practicarse este remedio cuando la piel está escoriada, porque se producirían úlceras de tardía curación.

En Rusia es común entre la gente lugareña usar la pulpa de ajo, como cauterio, para aplicarla a las heridas causadas por animales ponzoñosos.

Existe un específico italiano contra la tuberculosis pulmonar a base del zumo del ajo, por haberse comprobado que en las comarcas meridionales de aquella península se dan con frecuencia casos de cicatrizaciones expontáneas de las lesiones tuberculosas del pulmón entre la gente del campo, sólo atribuíbles al constante uso del ajo. Habiendo los experimentos más concienzudos confirmado esta hipótesis, no ha tardado en dársele aplicación terapéutica en este sentido.

Para corregir la diabetes, es algo común entre el vulgo el tomar cada día en ayunas un diente de ajo entero, hasta conseguir que quede rebajada la cantidad de azúcar en la orina. Aunque se asegura haberse alcanzado algunas curaciones con este remedio, nosotros lo citamos sólo a título de información, pues nuestro consejo será siempre que la persona que padece diabetes debe acudir al médico y seguir el tratamiento que éste le indique, ya que es enfermedad contra la cual no caben pruebas de remedios empíricos.

Según el formulario francés Dorvault, el ajo crudo entra en la composición del antiguo medicamento antiséptico conocido con el espantable nombre de Vinagre de los cuatro ladrones, que citamos al tratar del «Vinagre».

Contraindicaciones del ajo

El abuso del ajo crudo en las comidas puede producir fiebre y por esta particularidad se explica el hecho curioso de que el ajo crudo introducido en el intestino recto, ocasiona aumento de temperatura. Se dice que de ello han sacado partido, a veces, los presos y los soldados para fingirse enfermos.
Una preocupación vulgar debemos dejar consignada antes de terminar el estudio del ajo. Es creencia general en muchos países, que el ajo es un reactivo eficaz para conocer si las setas son o no venenosas. Para esto, se recomienda hervir las setas con agua y durante el hervor echar unos dientes de ajo dentro del recipiente. Si éstos toman un color obscuro, dicen que las setas son venenosas, y si el ajo conserva su color natural, se asegura que pueden comerse sin peligro alguno. Esta rutinaria creencia ha ocasionado muchas víctimas, y por ello debemos aconsejar que no se confíe en tal prueba, ya que está desprovista de todo fundamento racional. Nada tiene que ver el color que toma el ajo al hervirlo, con el veneno que po¬ drían contener las setas, y por lo tanto, mal puede deducirse de este hecho el pretendido descubrimiento.


También en la industria tiene el ajo una aplicación, por ser mucilaginoso y glutinoso. En efecto, se emplea constantemente para encolar el marfil, el hueso y las maderas más duras. Con este objeto lo usan los ebanistas, mezclado con las colas o gelatinas.

Cultivo de Ajo

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