Planificar y diseñar un jardín

La creación de un jardín exige un
estudio previo en el que se
tengan en cuenta cuestiones tales
como el fin al que va a estar
destinado, características del
suelo y del paisaje que le rodea,
climatología de la zona. etc. Sólo
después de evaluar todos estos
factores puede pasarse a elegir
las especies y a distribuirlas
posteriormente sobre el terreno.

¿Cómo empezar?

En primer lugar es conveniente
hacerse con un plano ;i escala de
la parcela, en e! que estén
marcados los desniveles del
terreno. Sobre el papel se

marcan las áreas que podríamos
denominar fijas, es decir, el
espacio ocupado por la vivienda,
las zonas de acceso, la piscina si
existe, etc. A continuación es
conveniente consultar el anuario
de la estación metereológica más
próxima para ver de qué tipo de
clima disponemos y qué plantas
se adaptan a él. Otra información
a tener en cuenta es el suelo,
factor éste que puede averiguarse
fácilmente mandando unas
muestras a uno de los centros
regionales del Instituto de
Investigaciones Agrarias.
;.Y después?
Con todos los datos en la mano
debe elegirse entonces el tipo de
jardín que se desea construir, es
decir» completamente artificial,
respetando la flora autóctona o
una mezcla de ambos. l.o más
seguro, barato y agradable es la
última opción, pues permite
introducir, sobre una base de
flora autóctona, unas cuantas
especies foráneas que aumenten
el colorido y la variedad. Si
hemos elegido esta posibilidad
debe marearse sobre el
plano qué árboles, arbustos y
manchas de vegetación vamos a
respetar, así como las rocas y
accidentes del terreno que
seguirán en su lugar. El espacio
resultante ha de calibrarse muy
bien y proceder entonces a una
distribución de volúmenes y
especies. Lo primero que deben
marcarse son las masas arbóreas,
teniendo en cuenta el volumen
que tendrán tras su pleno
crecimiento. Es muv frecuente el
mf
error de atiborrar una pequeña
parcela de frágiles estaquillas de
arbolitos, sin pensar que con el
tiempo esos arbolitos crecen y
hay que acabar talándolos para
poder disfrutar de espacio
suficiente, con la consiguiente
pérdida de dinero y tiempo.
Después hay que proceder a
distribuir las especies de
arbustos, procurando llenar con
ellos los lindes, pues permiten
aislar el terreno del exterior.
iero sin hacer perder luz ni
lorizonte. Por último se
procederá a marcar tas zonas
destinadas al cultivo de anuales,
bianuales y perennes de flor, así
como los rincones en donde
pueden instalarse jardines
móviles. No hay que olvidar
nunca que en el jardín existe una
cuarta dimensión., el tiempo, y
por tanto a la hora de elegir las
especies hay que saber mezclar
éstas para que en lo posible el
terreno siempre tenga un
equilibrio de color y no parezca
unas veces lleno de viveza v otras
completamente mortecino.
¿Con qué se finaliza?
La última labor será elegir los
puntos de luz y las tomas de agua
acordes con la distribución de las
llantas, i fna vez finalizada esta
abor puede elegirse una zona
desaprovechada y escondida para
instalar un pudridero de basura
que proporcione un buen abono
orgánico todo el año.

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